Hace poco me pasó algo curioso. En
una misma mañana, en mis paseos por la parte antigua, dos personas se me
acercaron para preguntarme si yo era el de Cáceres Al Detalle. Al segundo de
ellos le pregunté cómo me había identificado. La respuesta fue muy curiosa: “por
la forma de mirar las piedras con tanto detenimiento”. Y tenía totalmente la
razón, en busca de detalles me ensimismo durante bastante tiempo mirando tramos
de muros, que en la mayoría de las ocasiones no dicen nada. Pero en otras sorprenden con retazos insignificantes del pasado, que se asoman para
contarnos nuestra historia con versos sueltos.
La mayor parte de los palacios de
nuestra ciudad antigua están construidos a base de mampostería con sillería en
las esquinas. La mampostería es la unión de piedras de tamaños y formas
irregulares con un mortero, para conformar sistemas monolíticos tipo muro, que
pueden resistir acciones producidas por las cargas de gravedad o las acciones
de sismo o viento. El muro así ensamblado se considera un elemento monolítico,
siempre y cuando las uniones de las juntas puedan garantizar la transmisión de
esfuerzos entre las piezas individuales, sin fallas o deformaciones
considerables. Se puede utilizar para construir hasta un máximo seis pisos con
los materiales actuales. Entre otras, encontramos la Mampostería en seco, en la
no se emplea ningún mortero. Hay que escoger los mampuestos uno a uno para que
el conjunto tenga estabilidad. Se emplean piedras pequeñas, llamados ripios,
para acuñar los mampuestos y rellenar los huecos entre éstos. También es muy
común la Mampostería ordinaria que se ejecuta con un mortero de cal o cemento.
Las piedras deben adaptarse unas a otras lo más posible para dejar el menor
porcentaje de huecos relleno de mortero. Únicamente se admitirá que aparezca el
ripio al exterior si la fábrica se va a revocar posteriormente. Este es el método
más usado en nuestros muros.
Si nos fijamos, AL DETALLE, en la
ciudad, podemos ver cómo entre los materiales usados en la mampostería aparecen
piedras circulares. Evidentemente en la naturaleza no aparecen así, ni han sido
labradas en esa forma para acabar en este tipo de construcción. Son
evidentemente un reaprovechamiento de columnas o miliarios antiguos. Vemos dos
casos que nos hacen pensar en restos romanos reciclados. El primero en el
lienzo de muralla almohade que sobrevive en la Plaza de Pereros. Un día, en el
que milagrosamente no estaba atestada de coches, pude hacer las siguientes
fotos.
Las siguientes fotos son de la Plaza
del Socorro, donde, en una trasformada torre como vivienda, vemos estos restos de
columna junto a un sillar almohadillado. Esto unido a que la muralla romana se
situaba a escasos metros, me permite remontarme a los orígenes de la Colonia
para fechar estas piedras.
El último caso, al ser el resultado
de una remodelación relativamente reciente, no nos permite suponer una fecha para estas
columnas. Si nos situamos en el precioso jardín del Palacio de Carvajal, junto
a la centenaria higuera podemos ver estas piedras circulares.
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