Continúo con este pequeño
monográfico sobre los largometrajes rodados en la ciudad de Cáceres y/o sus alrededores.
Esta entrada se centrará en dos películas: El Tulipán Negro (1964) con Alain
Delon, y Leonor (1975) dirigida por Juan Luis Buñuel y protagonizada, entre
otros, por Ornella Muti.
EL TULIPÁN NEGRO
Ligeramente basada en la obra de
Dumas, la película se sitúa en la Francia previa a la Revolución, un
desconocido enmascarado apodado “el tulipán negro” (una suerte de Zorro
francés) ataca y saquea a la nobleza para ayudar a los más desfavorecidos
aparentemente. El jefe de policía de Rosellón está convencido de que el sujeto
es el conde Guillaume de Saint Preux y le tiende una emboscada donde consigue herirle
en una mejilla. Pero, al reunirse toda la nobleza en una fiesta, el supuesto
culpable aparece intacto, mientras la clase alta sigue siendo desvalijada de
sus pertenencias. ¿Se ha equivocado el jefe de policía o realmente es Guillaume
de Saint Preux “el tulipán negro”? En ese caso, ¿cómo se ha librado de la marca
en su rostro?
Aunque de forma somera y algo
pueril en ocasiones, la película refleja el ambiente y la atmósfera que se
cocía y respiraba durante los días previos al estallido de la Revolución
Francesa en 1789. Como es sabido, un cúmulo de circunstancias hicieron que la
situación en Francia resultase insostenible: una monarquía al borde del
desplome más absoluto, la necesidad de ruptura con el Antiguo Régimen, una
grave crisis financiera cuya única solución exigía la eliminación de
privilegios de la nobleza y del clero, y por supuesto el descontento
generalizado de las clases populares hambrientas (lo que se conocía como el
Tercer Estado) que exigían un cambio desde la raíz. Era pues lógico que la
tensión acumulada explotase tarde o temprano, desembocando en la creación de
una Asamblea Nacional Constituyente, así como en el posterior y auténtico
estallido de la revuelta cuando la Bastilla de París fue tomada…
“El tulipán negro” es una película bien
recreada y simpática, que no provoca ningún quebradero de cabeza al espectador;
tan solo hay que limitarse a seguir su ameno desarrollo. Está protagonizada por
Alain Delon, un icono del cine europeo reconocido por ser (aunque esto es
subjetivo, es cierto que siempre ha sido considerado así) una de las estrellas
masculinas más atractivas que ha aparecido en pantalla. A pesar de su
participación en films de la talla de “El gatopardo” o “La piscina”, él
manifestó en una ocasión públicamente que su angelical belleza jugaba en su
contra a la hora de que los directores le considerasen apto para interpretar
otro tipo de roles alejados de esa imagen de guapito de cara. No obstante, lo
curioso del reparto es que cuenta con la presencia de dos actores españoles (ya
que se trata de una singular coproducción entre España, Italia y Francia
respectivamente): son Adolfo Marsillach y Laura Valenzuela, quien por cierto aparece
en los títulos de crédito como alguien destacada en la cinta y después solo
cuenta con unas tres apariciones.
En resumidas cuentas, me resulta
interesante porque como dije antes plantea los precedentes de la Revolución de
una forma correcta a la par que jocosa, es decir, aborda profundamente los
aspectos sociales y políticos del suceso (escuchad atentamente sus diálogos,
cargados de acertadas e ingeniosas reflexiones), y a su vez los intercala con
duelos de espadas y escenas más propias de la comedia tradicional (algunos
personajes son exageradamente ridículos, como el jefe de policía). Es un
ejemplo muy recomendable que demuestra que el género histórico puede conjugarse
con el cómico sin ningún problema.
Algunas de sus escenas fueron
rodadas en la ciudad antigua de Cáceres. Vamos a ver algunas de esas escenas,
Al Detalle, para analizar algunos aspectos interesantes de ellas.
El Tulipán Negro vive
en nuestro Palacio Episcopal, muy lejos, supuestamente, de la Plaza de Santa
María donde se desarrollan otras de las escenas…cosas del cine.
Vemos como Alain Delon llega a
caballo a la Plaza de Santa María, donde la protagonista se va a casar con
otro. Si nos fijamos en la Puerta de la Concatedral vemos cómo la imagen de la
Virgen esculpida por Pepe de Arganda (de la que ya os hablé) aún no está, ya que
fue colocada en su sitio unos pocos años después.
Aunque nos parezca mentira, la
famosa escultura de Pérez Comendador de San Pedro de Alcántara en esta ocasión
no fue ocultada como ocurrirá en la mayoría de los rodajes. Y si nos fijamos al
fondo, lo que ahora en el edificio de Diputación aún conserva la fachada
original, antes de ser sustituida con “retales” del demolido Seminario de
Galarza.
La Casa de los Golfines de Abajo
conserva el lucido imitando a cantería tan característico, hasta no hace
demasiado.
Vemos el Palacio de Mayoralgo con
un aspecto similar al actual. Remodelado tras el bombardeo del 37, ya no tiene
balcones, sino ventanas en la segunda planta.
En la cara este de la torre de
Santa María aún vemos la pequeña espadaña que poco después fue eliminada.
La casa de los Moraga ya no está
encalada como se veía en El Agua en el Suelo de la que os hablé en la entrada
anterior, sino que aparece con un lucido con esgrafiado imitando a cantería
como en los Golfines.
En la carrera de huida de Adolfo
Marsillach, se entremezclan algunas escenas rodadas en Trujillo, pero podemos
ver bien la Cuesta de la Compañía, la Casa de Sande y de lado, la Casa del Sol.
LEONOR
Richard es un ocioso señor feudal
en la Edad Media que vive en un castillo. Su joven esposa Leonor se encuentra
sumamente grave tras sufrir un accidente cayéndose del caballo. Las atenciones
del médico llegan demasiado tarde, y Leonor fallece sin remedio. En represalia,
Richard mata con su espada al caballo, considerándolo responsable de la
tragedia. Es sepultada en una pétrea cripta en lo alto de una colina. A causa
de la muerte de la mujer que amaba, Richard queda devastado, no se resigna a
haberla perdido para siempre. Pero trata de ahogar sus penas casándose el mismo
día de los funerales con otra mujer, la bellísima Catherine. Pese a haber
contraído matrimonio con una chica mucho más hermosa (y joven) que su difunta
primera esposa, el aristócrata sigue destrozado. Richard trata de ahogar sus
penas dedicándose a la bebida, a realizar piruetas con enormes espadas, o
haciendo competiciones de pulsos con sus amigotes de la corte. Los años van pasando
y Catherine le da dos hijos al ya maduro noble, cuyas melancolías, lejos de
curarse con el tiempo, se van haciendo cada vez más dolorosas.
Paralelamente, la peste negra, que
ya se ha cobrado numerosas vidas en otras comarcas, amenaza con extenderse también
a los dominios de Richard. Pero esto es lo que a él menos le preocupa; pues no
puede olvidar a Leonor, la única mujer que ha amado. El gran pesar por su
ausencia crece sin cesar. Un día decide profanar la cripta donde yace su
primera esposa, tirando abajo los tabiques, para poder así pasar el tiempo al
pie de su tumba. Trata incluso de quitar la pesada losa de piedra bajo la cual
se halla el cadáver, pero no lo logra. Mientras tanto Catherine, preocupada por
su trastornado marido, llega hasta allí acompañada de una doncella y llama
varias veces a Richard, pero éste la ignora.
Más tarde, ya fuera de la tumba,
Richard se encuentra con un extraño anacoreta cuando sumido en sus cavilaciones
pasea en los alrededores de la cripta. El mefistofélico personaje surgido de la
nada sugiere tener la capacidad de hacer que Leonor vuelva a la vida, si bien
añade que “a los muertos es mejor dejarlos descansar”. Richard, desesperado por
poder volver a tener a su amada junto a sí, ruega al misterioso hombre que le
ayude. El noble retorna a la tumba de Leonor, y allí también se encuentra inexplicablemente
el enigmático individuo. Éste vuelve a advertir que “a los muertos es mejor
dejarlos descansar”, pero ante la insistencia de Richard, le es concedido su
deseo: Leonor regresa del más allá y emerge de su tumba. Se siente fría y no
recuerda nada, como si hubiera estado en coma todo ese tiempo. Han pasado diez
años desde que murió…
Richard vuelve al castillo. Allí le
espera la atribulada Catherine, cuyo padre acaba de morir a causa de la peste
negra. La mortal epidemia se acerca cada vez más. A Richard eso no le interesa
en absoluto, y le dice a su esposa, madre de sus hijos, que se marche de sus
dominios. Ante la estupefacción de Catherine, su marido la apuñala
asesinándola, y se deshace del cuerpo tirándolo a un pozo. Tras esto trae a
Leonor y comunica a sus súbditos que a partir de ahora ella será su señora. Los
que conocían a Leonor de antes, como el fraile Thomas, se quedan atónitos.
Richard descuida la educación de sus hijos, y la delega en sus subordinados.
Parece no querer ya trato alguno con ellos, pues todo lo que desea es estar
junto a la resurrecta Leonor. Pero ésta ha cambiado…
No sólo la peste amenaza a la
comarca. También comienzan a desaparecer niños de los pueblos aledaños. Los
cadáveres de los pequeños son después hallados desangrados, y pronto se
extiende como la pólvora el rumor de que una criatura vampírica merodea por las
noches en ese territorio. Leonor ha regresado junto a
Richard, tal y como deseaba éste, pero ya no es como era antes… Ha vuelto como
muerta viviente, como vampiresa que necesita sangre humana para poder
subsistir, llevando una existencia de cadáver andante.
Ésta gótica historia ambientada en
el Medioevo retrata el muy romántico. “amor más allá de la muerte”, y conjuga
el drama personal del protagonista Richard (quien ha descendido a un abismo de
enajenación) con las leyendas populares de vampiros. Cuenta con un reparto
internacional: el veterano actor francés Michel Piccoli (“La grande bouffe” –
Marco Ferreri, 1973) en el papel del atormentado aristócrata, la noruega Liv
Ullman como Leonor, nuestro Antonio Ferrandis (el entrañable Chanquete de
“Verano Azul”) dando vida al fraile Thomas, y la hermosísima italiana Ornella
Muti como Catherine.
El director Juan Luis Buñuel
(nacido en 1934 en Francia, donde realizó toda su carrera cinematográfica) es
el hijo del máximo exponente en la gran pantalla del movimiento surrealista. Y destacaremos que la Banda Sonora es del gran Ennio Morricone.
El Castillo en el que se desarrolla
la película es el de las Arguijuelas de Arriba. Éste aparece durante toda la
película, tanto en sus exteriores como en algunos interiores.
El lugar donde se entierra a
Leonor, al menos la parte exterior, es el Castillo de Zamarrillas, situado en
el despoblado del mismo nombre entre Valdesalor y Torreorgaz. Los interiores de
ese castillo ya no pertenecen a él.
Pronto os enseñaré otras películas rodadas en Cáceres, Al Detalle.
Leonor está inspirada en el cuento clásico "No despierten a los muertos", según deduzco de lo aquí expuesto. En cuanto a la otra película, pues con Alain Delon en su década prodigiosa es suficiente para mí. Buscaré ambas.
ResponderEliminarCreo q mi comentario no se envió. Lo repito entonces. De la primera película me basta con que sea una de Alain Delon en su época gloriosa, los 60. Y Leonor, pir lo acá expuesto, es una adaptación del clásico cuento de vampiros "No despierten a los muertos", cuyo autor no recuerdo. Buscaré ambas, Alain Delon y los vampiros son algunas de mis pasiones.
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